Nos dirigíamos hacia la ciudad de Morelia, pero arreglaban la carretera nueva y nos desviaron hacia la vieja carretera, la que llamaban “la libre”, seguimos el señalamiento al pie de la letra, hasta que el último nos guío hacia un pueblo totalmente desconocido.
Eran pasadas de las 10 p.m.
En la entrada había un viejo letrero oxidado, empolvado, tenía las letras desvanecidas debido al desgaste, imagino que debió estar escrito el nombre del pueblo.
Nos sorprendió que nos desviaran hacia un pueblo ya que usualmente es una vieja carretera estrecha.
Mauricio me dijo que talvez tendríamos que atravesar el pueblo para llegar a la carretera nuevamente, que no me preocupara, ya que la mayoría de esos pueblos eran muy pequeños, así que saldríamos rápido de ahí.
Las casas parecían abandonadas, algunas camionetas destartaladas quedaron varadas afuera de algunas casas, había pocas lámparas de luz, algunos sin focos, otros con las luces parpadeando. No había ninguna tienda, de hecho, parecía que llevaban años cerradas, porque las cortinas y los letreros se veían empolvados y oxidados, había un ambiente lúgubre y muy raro.
Mientras nos adentrábamos, comenzamos a notar que el pueblo estaba fuera de lugar, notamos que el estilo de las casas era europeo y victoriano para estar en medio de la nada, al parecer el pueblo estaba fuera de lugar.
Todo era muy extraño y no recordaba que alguien hubiese mencionado que existía un lugar así en el estado, era como si de pronto la ruta nos transportara a otro lugar.
Comencé a sentir temor de que alguien saliera armado y nos asaltara, también me dió la impresión que alguien nos observaba detrás de las ventanas.
Seguimos conduciendo derecho, al parecer había un angosto camino de terracería, creímos que finalmente saldríamos pero nos topamos con un gran muro de ladrillos. Puso la reversa, aceleró, y maniobró el auto para regresar al camino por el que entramos.
Nos dimos cuenta de que no había ninguna otra salida, excepto la entrada, ó al menos eso pensamos.
Mauricio pensó en que tendría que bajarse a pedir ayuda para encontrar otra salida.
Le dije que eso sonaba descabellado, pero me respondió que no tenía de qué preocuparme que el pueblo estaba solo porque era de noche y las personas de pueblo solían dormir muy temprano.
Vimos que había una casa pequeña en la que apaenas se podía visualizar un par de pqueñas luces encendidas, se estacionó y dejó el auto en marcha por si se ofrecía cualquier cosa y me dijo que esperara ahí y que sacara el bastón de seguridad del volante, como arma.
Se me revolvió el estómago cuando lo ví acercarse a tocar la puerta de la casa, algo no estaba bien.
Tardaron en abrir, pero finalmente salió un hombre alto, delgado, con aspecto pálido, vestía de negro, su cabello era un tono muy oscuro, el cual hacía que la palidez de su rostro resaltara, tenía una expresión dura, y su mirada era muy penetrante.
Le dio indicaciones a mi novio de a donde dirigirse, casi no movía la boca y no dejaba de mirarlo mientras daba las indicaciones. Mi novio le agradeció e inmediatamente subió al auto y continuamos.
Me comentó que el tipo le había parecido bastante extraño y que le dio mala espina.
Giró a la izquierda en la siguiente calle abandonada, la cual estaba oscura, sin luz y las casas estaban completamente abandonadas, cayéndose a pedazos.
Tuve un mal presentimiento y le dije que mejor regresáramos al lugar por donde entramos desde un inicio, él estuvo de acuerdo, pero cuando maniobró para salir de la calle, comenzaron a salir lentamente varios hombres y mujeres vestidos de negro o al menos eso creí que eran, ya que lucían muy pálidos, su aspecto era tan tétrico y mortecino, se me erizó la piel, porque al verlos completamente bien, no parecían humanos.
Teníamos que salir de ahí inmediatamente, alcancé a ver algunos hombres acechándonos parados sobre los tejados de las casas como maniquíes.
Inmediatamente Mauricio aceleró y no sé ¿cómo?, pero llegamos a la entrada.
Cuando logramos salir de ahí, estábamos nuevamente en la carretera de regreso, no dejó de acelerar hasta que sentimos que salimos del peligro, bajó la velocidad y frenó en seco ya que un hombre de sombrero y gabán apareció de la nada en medio de la carretera.
Creí que era nuestro fin.
Se puso al lado de la ventanilla de mi novio, estábamos aterrados.
Nos dijo que era un vigilante del camino, que nos apresuraramos a salir inmediatamente de ahí, antes de que nos siguieran aquellos seres, traía consigo un maletín y de él sacó un crucifijo de plata.
Mauricio, un poco dudoso comenzó a bajar lentamente la ventanilla, el hombre le entregó el crucifijo y nos dijo que estaba bendito, que lo mantuviésemos cerca por si nos topábamos con alguno de esos seres. También sacó una botella con agua y comenzó a lanzar un poco el auto.
Quedamos sin palabras, no entendíamos ¿qué sucedía?
Nos advirtió que no nos detuviéramos por ningún motivo aunque viéramos algo en medio de la carretera.
Seguimos sus indicaciones y salimos despavoridos de ahí, cuando ví al hombre por el retrovisor, simplemente desapareció entre la oscuridad.
Al final del camino creí ver un rostro pálido entre los árboles al lado de la carretera, pero no hice caso, talvez estaba demasiado nerviosa para estar alucinando cosas.
Finalmente entramos a la ciudad.
Siempre me pregunto ¿qué es lo que sucedió aquella noche?, y en lo único que pienso es que lo que vimos en ese lugar, estaban lejos de ser humanos.
Corrimos con suerte de haber salido ilesos de ese lugar.
Alertamos a varias personas, incluso fuimos con la policía para contarles del lugar al cual fuimos enviados, ya que nos pareció que aquel desvío había sido intencional, una trampa para cualquiera que se encontrara aquella noche viajando, pero lamentablemente la mayoría de las personas no nos creyeron. Hubo otros que nos dijeron que en algún tiempo se especuló que en esa parte del estado un grupo de extranjeros habían llegado con esas características y que se sabía poco de ellos, porque no les gustaba socializar mucho y solamente llegaban a verlos al anochecer.
Desde aquella noche la cruz permanece detrás de la puerta de entrada de nuestra casa, en caso de que algo nos hubiese seguido.
Creímos que eso podría mantenerlos alejados de nosotros por algún tiempo.